La obra la cual es
motivo de esta entrada es “Don Álvaro o la fuerza del sino”, se trata de una
obra teatral escrita por El Duque de Rivas en el año 1832 completamente en
prosa. Esta obra fue reescrita poco después, versificando la obra casi por
completo y originando la versión que se conoce hoy en día. Tras esta
reescritura de la misma, fue interpretada por primera vez el 22 de marzo de
1835 en el Teatro del Príncipe de Madrid, siendo representada en 17 ocasiones
durante ese año, algo extraordinario en la época.
El tema de los toros,
el cuál es el objeto de esta entrada, aparece en el comienzo de la escena II
perteneciente a la primera jornada de la obra (la obra se divide en 5
jornadas). Destacar que no se trata de una obra con temática taurina, pero que
sirve para ver reflejada en cierto modo la situación de la fiesta en dicha
época. Concretamente la referencia a la fiesta de los toros es esta:
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CANÓNIGO.- Las
cosas santas se han de tratar santamente. Vamos. ¿Y qué tal los toros de
ayer?
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MAJO.- El toro
berrendo, de Utrera, salió un buen bicho, muy pegajoso... Demasiado.
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HABITANTE
1º.- Como que se me figura que le tuvo usted asco.
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MAJO.- Compadre,
alto allá, que yo soy muy duro de estómago... Aquí está mi capa, (Enseña
un desgarrón.) diciendo por esta boca que no anduvo muy lejos.
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HABITANTE 2º.- No
fue la corrida tan buena como la anterior.
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PRECIOSILLA.- ¡Como
que ha faltado en ella don Álvaro el indiano, que a caballo y a pie es el
mejor torero que tiene España!
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MAJO.- Es verdad,
que es todo un hombre, muy duro con el ganado, y muy echado adelante.
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PRECIOSILLA.- Y
muy buen mozo.
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HABITANTE 1º.- ¿Y
por qué no se presentaría ayer en la plaza?
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OFICIAL.- Harto
tenía que hacer con estarse llorando el mal fin de sus amores.
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De esta breve
referencia a la fiesta de los toros, se extrae el origen popular de la misma,
el cuál se encuentra en correr toros por las calles y plazas, algo similar a lo
que hoy en día se conoce como encierros y capeas o probadillas.
Destaca el hecho de que
refleje esto en concreto, y más cuando el texto es de la primera mitad del siglo XIX y el
origen de las corridas de toros se fija en el siglo XVIII, algo que me hace
llegar a la conclusión de que en la primera mitad del siglo XIX, o al menos eso
se desprende del texto, lo que se conocía como corridas de toros no eran otra
cosa que las capeas en que intervenía la gente (en la parte del fragmento en
que el majo habla y muestra su capa así se refleja), algunas de las cuales
llegaban a obtener gran fama y acudían a diversos pueblos y ciudades en que se
celebraban festejos taurinos, algo que en ocasiones derivaba en la actuación de
estas personas en festejos de una mayor seriedad, las corridas de toros como
tal. Algo similar a esto son por ejemplo los maletillas que conocemos en la
actualidad.
Lo comentado
anteriormente se apoya, además, en el hecho de que las corridas de toros tal y
como las conocemos hoy en día, es decir, con una estructura y orden similar al
actual apareciesen a mediados del siglo XIX, es decir, algo mas de una década,
incluso dos, después de la publicación de esta obra.
Obra completa en el
siguiente enlace:
Por otro lado, y esto simplemente como anécdota y crítica personal,
destacar la siguiente expresión del texto: "El toro berrendo, de
Utrera, salió un buen bicho, muy pegajoso... Demasiado", que resulta llamativa tras lo acontecido recientemente
en dicha localidad y la prohibición dictada por sus gobernantes, en la cuál
prohibieron la asistencia de menores de siete años a festejos taurinos. Quizás
deberían documentarse un poco sobre la historia de su localidad en lo referente
a la fiesta de los toros antes de tomar decisiones erróneas, pues actuando como han actuado son muy similares al toro de Utrera que aparece en el texto, muy pegajosos. El tema de Utrera
y la prohibición será el eje principal de una futura entrada.
Saludos.