sábado, 21 de septiembre de 2013

Salamanca y su corrida concurso.

Hoy, día 21 de septiembre, día de San Mateo,  fecha en la cual se celebra en Salamanca los ultimos años una corrida de rejones, he decidido recuperar una crónica sobre un festejo que los aficionados de la ciudad han reclamado durante este año, la celebración de una Corrida Concurso, en la cual apareciesen  hierros que representan la riqueza e importancia del campo charro. También  quiero que esta entrada sirva  para dos cosas: la primera es como muestra de apoyo a los aficionados salmantinos para que sigan intentando recuperar esta corrida; y el segundo, para que la gente vea donde se ve realmente la bravura de un toro y si este es digno de indulto o no, ya que en las últimas semanas se ha puesto de moda indultar toros que no merecían dicho premio. He de decir, por otro lado, que yo nunca he visto una corrida concurso en Salamanca, pues la última se celebró en 1981 y yo nací 10 años después, pero son varias las personas que me han hablado de la misma, y del buen ambiente que se formaba allí, y sin duda asistiría a presenciarla si se volviese ha celebrar.

La crónica que recupero para esta entrada, fue publicada en el número 373 de la revista Fiesta Española, el 15 de Octubre de 1968, y esta firmada por Jose Luis Diaz.


SOBRE LA CORRIDA CONCURSO
 DE SALAMANCA
CUANDO LOS PICADORES TOREAN A CABALLO ...

    Uno, como se ha criado entre ambiente taurino, aunque joven, cree saberlo todo con respecto al arte de Cúchares. Por eso, cuando me encaminaba a la plaza de toros salmantina a ver la corrida concurso, no pasó ni un momento por mi imaginación de que allí me iba a tropezar con un espectáculo tan asombroso como lo es un tercio de varas en todo su esplendor. ¿Cuán distinto es el tercio de varas en una corrida cualquiera al de una corrida concurso! En aquélla, los espectadores, nada más salir los picadores, irrumpen en una gran bronca contra estos hombres que no van a hacer nada más que cumplir co su obligación; también es de hacer notar que en estas corridas se cambia al toro con una odos varas e incluso muchas veces con un refilonazo, y así no hay manera de saber si un toro es bravo de verdad o no. En las corridas concurso, cuando salen dichos señores se guarda un respetuoso silencio en espera de acontecimientos.
     El matador cita al toro y lo deja muy abierto, a considerable distancia del piquero, y es ahí cuando surge el espectáculo asombroso y totalmente desconocido para mí. El picador desde el caballo citaal toro como cuando el torero lo cita con su muleta para darle un garboso natural. El toro se fija en él; están los dos frente afrente, picador y toro. El morlaco nova, entonces el picador mueve el caballo, al igual que el matador mueve su flamula paraque el toro sefije más. Entonces el picador suelta un "jee, toro" para animarlo, para desafiarlo, seríamascorrecto, y el toro aceptael desafío y toma carrera. El picador está al acecho, perfila su garrocha y entonces surge el momento incomparable del embroque; el toro hunde sus pitones en el peto y el caballista su puya en el lomo del toro. El caballista aguanta, el toro aprieta, metiendo sus riñones, totalmente encelado con el caballo. La gente seemociona y toda la plaza estalla en una clamorosa ovación.
     Se vuelvea sacar al toro y se vuelve a poner en suerte; la sangre le resbala desde los costillares hasta la pezuña, sangre que brotade un manantial de casta y bravura. Y así dos, tres veces el toro va entrando con ímpetu, con alegría y bravura al caballo. Ysi se quiere probar otra vez y para no castigarlo en demasía, el varilarguero con el regatón simulala suerte, una vez el toro a embestido a su cabalgadura.
     Entonces el picador se retira, no en medio de una gran bronca, como ocurre en la mayoría de lascorridas, sino con laovación unánime y agradecida del respetable. Yo, que pertenezco a lo que podríamos llamar la nueva generación taurina, habia visto por primera vez a un picador torear a caballo.
    Al mismo tiempo quiero salir en defensa de los de a caballo, que desempeñan un papel imprescindible en el mundo de los toros, como son probar la bravura de lares y ahormarlas con vistas al último tercio.
     A estos hombres se les tiene un poco olvidados. Sin embargo, se ponen tan buenos puyazos como se pueden poner pares de banderillas. En este último caso la gente aplaude con calor y hasta hace destocar a los banderilleros; esto ocurre muy pocas veces con los picadores.
     No cabe la menor duda que todos los tercios dela lidia de un toro tienen su importancia y su belleza, y que todo el orbe tauromaco se emocionará cuando vea en toda su extensión, apogeo y brillantez un tercio de varas.
     Por otra parte, sería muy de estimar que lascorridas concurso, que tan escasas se dan en España y cuyo fin es únicamente realzar la bravuera del toro, se diieran con mas frecuencia. Pues seguro que la afición lo agradecería y lo acogería con beneplácito, ya quetodo ello va a ensalzar la figura del toro, eje y esencia de nuestra fiesta.

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